lunes, 21 de mayo de 2012

CAMBIÉ MI PROFESIÓN POR SEGUIR LA TRADICIÓN DE MI MADRE


 CAMBIÉ MI PROFESIÓN POR  SEGUIR LA TRADICIÓN DE MI MADRE


La delicia y lo laboríos que resulta la gastronomía ecuatoriana denota el respeto a sus tradiciones y el gusto de dejar satisfecho a un buen paladar.
El ritmo de la vida es asfixiante en la ciudad, las distancias son cada vez más grandes, el tráfico es insoportable y el tiempo que podemos dedicar a las compras de la casa y a cocinar se reduce cada día más.

No hay cuidad del Ecuador que no ofrezca hornado, desde el Carchi al Macara pasando por Ibarra, Sangolquí, Riobamba, Azogues, la gente consume hornado.

Las áreas populares de comercio de las ciudades pueden llevarnos a una feliz escapada de los atractivos tradicionales para penetrar muy en lo profundo en la verdadera cultura de los pueblos.

Pero los ecuatorianos hemos encontrado en los mercados otro propósito además de comprar los artículos, ya que allí muchas veces se encuentra una oferta culinaria que provoca que muchos viajeros nacionales o extranjeros programen una parada para probar el sabor local.

Cecilia Falconí cambió su profesión de enfermera por un puesto en el mercado La Merced, donde vende hornado desde hace 26 años.


La transición se produjo cuando Cecilia trabajaba en el Hospital Militar de Quito. Durante un período de vacaciones regresó a Riobamba y encontró que su madre, María Arellano Muñoz, había sido sometida a una intervención quirúrgica. “Tuve que remplazar a mi mamá. No sabía nada al respecto. Pero, Raquel Moreno, una señora que tiene su puesto al lado y que ahora es mi comadre, me enseñó a hacer pedazos y a vender”, cuenta.


Así son cerca de las 6:30 a.m. y Doña Cecilia llega desde el sector de Bellavista al mercado, consigo llega su hija Lucia quienes traen tres puercos horneados para la venta.

El hornado es uno de los platos típicos que se ofrece en el mercado de La Merced, en Riobamba. Los cerdos se exhiben enteros.

Conforme avanza el día, se alinean sus cabezas sonrientes. Les acomodan ajíes frescos entre los dientes, de modo que sus sonrisas se hacen carcajadas.

El olor de este plato típico abre el apetito voraz de quienes pasan junto el mercado.

Cerca de las 8:00 comienza el griterío de las 17 vendedoras:

Doña Cecilia dice: Debemos atraer a nuestro puesto con palabras q motiven como ¡Venga papito!, ¡venga, caserito!, ¡venga, coloradito!, ¡venga, amorcito!, bonito, lindo, doctorcito, ingeniero,  vecinito, comadrita, compadrito!, ¡ tome!, aquí esta, ¿Cuánto le ponemos, quiere la cabeza, un brazo o la pierna?”


El producto se exhibe siempre fresco, humeante, y crujiente sobre una bandeja de latón. Algunos clientes ya tienen sus caseritas y acuden a comparar directamente; en cambio, quienes van por primera vez suelen sentirse confundidos entre el hornado, el mote y el grito de las amables vendedoras que siempre lucen largos artes de rubíes y perlas.

El hornado de Riobamba se acompaña con chiriucho, palabra quichua que significa ají frio. Agua, sal, cebolla, trozos de ají, algo de panela o de chicha componen esta salsa.


Quizás el contraste resalte el sabor de las lonjas de blanca carne de paso, se debe señalar que la edad del cerdo determina la calidad del hornado, estos son cerdos jóvenes de poca grasa.

Alrededor de las 2:00 pm y el hornado y el mote se terminó rápidamente comienza la limpieza y sabe que tiene que llegar a su casa a preparar 5 cerdos para el día de mañana. “No solo realizo el arte culinario para el mercado sino que también preparo para instituciones y mañana se llevará a cabo el Campeonato de Fútbol en la Escuela Politécnica de Chimborazo, y me han pedido 2 acompañados de mote y chiriucho.

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